¿Está mi relación está estancada? Es una pregunta que se hacen muchas parejas. Todas las relaciones son complicadas en unos u otros aspectos. Es cierto que es muy importante luchar por la relación, pero hay veces que tenemos que ser conscientes de si la relación nos aporta lo que necesitamos o sencillamente ya no nos aporta lo que queremos y está en un punto muerto.
Una relación herida, dañina, destructiva o sin rumbo no tiene sentido mantenerla y no suele resultar sana para ninguna de las partes. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones no somos capaces de dar el paso y terminar porque aún sentimos afecto por la otra persona, por el miedo al cambio, por la soledad de la separación…
Pero, ¿cómo podemos saber si realmente es el momento de terminar definitivamente? Sea o no sea ese momento, lo cierto es que es difícil y hay que tener mucho valor, fuerza y confianza.
Algunos de los signos más evidentes para decidirse por el cambio son los siguientes:
- Tu pareja, tú o ambos estáis en estado de negación. No paráis de sacar excusas o culparos el uno al otro de los fracasos de pareja sin ser capaces de asumir vuestra propia responsabilidad. En este punto, el afán constante de quedar por encima puede cegarnos hasta el punto de no soportar a nuestra pareja.
- Si ya no os sentís conectados. Peleáis continuamente, no os tocáis, no os comunicáis, no hay conversación, no os interesáis por la vida del otro, no os preocupáis por su bienestar… Son claros signos de que el amor se terminó.
- Existe una diferencia insalvable e imposible de aceptar. Tú o tu pareja queréis que el otro cambie obligatoriamente. Es importante pararse, pensar y decir en voz alta si seríais capaces de vivir con eso que queréis cambiar. Si es así, debéis intentar aceptar al otro tal como es, pero si la diferencia es demasiado grande y molesta y ya es un hecho de que la otra persona no quiere o no puede cambiar, es más recomendable terminar y no lidiar continuamente con el mismo problema.
- A ti, a tu pareja o a ambos no os apetece salir juntos. Si tus amigos, compañeros de trabajo o familia preparan algún encuentro y no te emociona llevar a tu pareja o no te hace feliz que los demás la conozcan… esa persona no es para ti. Y de forma inversa: si notas que tu pareja no te lleva a eventos con sus círculos, evita presentarte a sus amigos o no quiere que veas a su familia, la relación está destinada a fracasar.
- Relaciones manipuladoras o controladoras. Si tu caso es éste, no es sano. Este tipo de relaciones o dan un cambio drástico y absoluto o lo mejor es finalizarlas. Si sientes que tu pareja está al mando de todo y te amedrenta llevarle la contraria o eres tú quien haces con él o ella lo que te apetece en cada momento, termínalo todo. En el primer caso puedes sufrir daños en tu autoestima, en el segundo terminarás cansándote de estar con alguien a quien le has robado su personalidad.
- Faltas de respeto. Si una persona se preocupa realmente por ti, no te va a humillar, ni a insultar, ni a criticar. Podrá decirte todo lo que no le guste y aquello que considere que no has hecho bien, pero no de forma abusiva, ni grosera, ni con expresiones subidas de tono, ni faltándote al respeto. Es muy importante que detectes estas situaciones y rompas automáticamente con este tipo de relación.
- Excesos de altibajos. Si tu relación sufre demasiados altibajos es importante controlarlos y poner remedio. No obstante, si ya lo has intentado y esa es la dinámica constante de tu relación es necesario que comiences a pensar en terminarla, ya que los altibajos constantes no maltratan solo la relación, sino que afectan tanto a la salud psicológica como a la física de cada parte implicada.
Estos son algunos de los indicios más evidentes que nos pueden llevar a plantearnos romper una relación. No obstante, nuestro equipo de Love Coach puede darte un asesoramiento mucho más adecuado a tu caso concreto y aconsejarte tras analizar tu relación.