El miedo a la soledad nos puede condicionar tanto que, a veces, dándonos cuenta o no, nos hace estar en una relación que no nos aporta felicidad.
Es por esto que la mayoría de las veces, cuando estamos en pareja, uno o ambos aguantamos situaciones o hechos que no deberíamos. No es justo para ninguno de los dos que lleguemos a confundir el cariño con el amor, o con la pasión; esto hará que acabemos en una relación “vejentada”, sin que nos aporte nada, y nos desmotivará personalmente, acabando sin ilusiones y culpando a nuestra pareja. Crearemos una situación insana que nos irá quemando a nosotros y, por consecuencia, a nuestra pareja.
Por desgracia, muchas veces dejamos de lado quiénes somos y nuestras prioridades por el cariño que sentimos hacia el otro, por esa parte de nosotros que está confusa y no sabe qué debe hacer o cómo salir de esa situación. Pero aquí debemos plantearnos muchas cuestiones, y una de ellas es: ¿mi felicidad por la suya? No somos conscientes del daño personal que nos hacemos cuando pretendemos vivir siempre para el otro sin pensar en nosotros mismos, los que importamos, para poder ser felices y coherentes con nosotros mismos. Es importante no hacer daño a nadie, pero eso mismo debo aplicármelo a mí mismo y no anteponer mi felicidad a la de nadie, aunque ésta sea mi pareja.
¿No es hora de darnos otra oportunidad? Sea cual sea el motivo o la razón por el que la relación haya empezado a decaer, ¿no deberíamos de ser honestos con nosotros mismos y con la otra persona y afrontar la realidad? No importa el por qué, porque lo que realmente importa es que estemos bien con nosotros mismos para poder tener una relación sana y sentirme así orgulloso de mí mismo. A tu pareja le ocurrirá lo mismo, pues no es justo para la otra persona que no le estemos aportando nada, a parte de una falsa estabilidad. A veces, por mucho que intentemos hacer la vista gorda ante la situación o maquillarla, sólo es la cobardía de ambas partes. Lo mejor que podemos hacer es darnos otra oportunidad por separado, antes de que acabe siendo una convivencia entre dos extraños.
Tenemos derecho a re-empezar…
