Los celos son un sentimiento humano natural que debemos aprender a controlar para no entorpecer nuestra relación.
Mucha gente confunde los celos con una muestra de amor pero eso no es cierto, los celos son una señal de inseguridad, envidia, resentimiento o miedo. Aparecen por la sospecha de que la pareja pueda ser infiel incluso sin que esto llegue a ocurrir o sin que haya pruebas que nos conduzcan a ello y pueden llegar a nublar nuestro juicio.
Hay diferentes grados de celos, los que son sutiles y “sanos” que no afectan negativamente a la relación y los que impiden que la relación se desarrolle con normalidad. Y, ¿cómo podemos identificarlos? Los celos nocivos son los que nos impiden o frenan nuestra libertad, ya sea hablar con una persona, llevar cierta indumentaria o acudir algún sitio, etc. En el momento en el que una persona deja de hacer algo que desearía por no molestar a su pareja estamos hablando de celos nocivos para la relación.
En el instante en el que una persona sienta celos o perciba que es objeto de ellos debe comunicarse con su pareja de forma abierta y sin tapujos y exponer todo lo que siente y por qué lo siente. Muchas veces lo celos se desencadenan por falta de atención de uno hacia el otro o por cambios en la vida cotidiana de la pareja y pueden tener solución.
Al primer síntoma que notemos que estamos ante un caso de celos nocivos debemos analizar nuestro comportamiento y detenerlo porque si no lo frenamos pueden ir a más y convertirse en una verdadera patología.
